El lugar fue una montaña de Galilea. El que no tenía lugar conveniente donde reclinar su cabeza, tampoco tiene ahora púlpito más conveniente que una montaña desde donde poder ser visto y oído por la multitud recostada en la ladera; y no desde uno de los santos montes de Sion, sino desde un monte del remoto norte; con lo que Cristo quería indicarnos que, si es la voluntad de Dios que los hombres oren en todo lugar (1 Ti. 2:8), también es su voluntad que se predique el Evangelio por todas partes (Hch. 8:4), en cualquier lugar que sea decente y conveniente. Cristo predicó este sermón, que es una especie de normativa espiritual del Reino, sobre un monte, porque sobre un monte se había dado la Ley.
Pero obsérvense las diferencias:
1. Cuando se dio la Ley, descendió Jehová sobre el monte Sinaí (Éx. 19:20); aquí, subió al monte (v. 1).
2. En el Sinaí, habló Dios en medio de truenos y relámpagos; aquí, abrió su boca, diciendo (v. 2), no gritando.
3. Allí, se le ordenó al pueblo que se mantuviese a distancia, aquí se les invitó a que se acercasen a Él.
4. En el Sinaí, se promulgó la Ley, que iba directamente contra los efectos del pecado; aquí, Jesús atacó directamente a las raíces del pecado.
Matthew Henry y Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico de Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 1080.
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